Chaikhana
La cultura tradicional de la fiesta del té en Asia Central
Chaikhana o chaijana es uno de los sinónimos de Asia Central, es el alma y aliento apacible del Oriente, es una parte inseparable de los bazares pintorescos y rinconcito sincero de calles tranquilas.
La palabra «chaikhaná» («chayhona», «choyjona») significa «salón de té», casa de té, tetería.
La fiesta del té, banquete de té, un descanso con una breve oración, «sesiones» de una hora con un cuenco (piala) del té caliente son una página separada en la historia de la cultura interesantísima de los pueblos orientales la que puede describirse infinitamente.
Tradicionalmente, tal como lo ha sido desde tiempo inmemorial, toman té en chaijana. Este es un lugar donde se detiene el tiempo y todo se sume en tranquilidad, apaciguamiento y charlas sinceras, se oye un alboroto suave de codornices, carcajada de la gente que charla. Chaijana no es simplemente «el salón de té» donde se puede comer y beber té. Desde hace mucho tiempo, chaijana ha sido un lugar adonde la gente venía para contar y escuchar novedades y rumores (en aquel tiempo todavía no había periódicos ni teléfonos), para discutir planes para el futuro con amigos sin prisa, jugar a las tablas reales, mantener «conversaciones comerciales» serias, celebrar acontecimientos importantes. La chaijana la visitaban regularmente personas que vivían cerca, si un viajero pasaba por aquí, era una gran noche, ya que un caminante podía contar durante horas sobre otros países y sus estilos de vida peculiares.
Cabe señalar que en Oriente la chaijana la visitan principalmente hombres, en el pasado era una regla muy estricta: la visita de una mujer a chaijana se consideraba una conducta muy impropia.
Las mujeres se reunieron para su «gap» en casa. «Gap» (se pronuncia «gyap») en su traducción literal significa «plática o charla»: así se llaman «reuniones o encuentros festivos», cuando una compañía femenina de edad e intereses similares se reúne para rezar, tomar té y hablar de todo lo que importa
Comenzaron a construir casas de té en Asia Central desde que aparecieron aquí té, caravasares y bazares, pero nadie ya recuerda al primer empresario quien inventó y abrió una chaijana. El dueño de chaijana siempre era un hombre muy respetado en la ciudad, sin embargo podía al igual que todos tomar té y platicar con visitantes.
Edificios modernos de chaijanas, por supuesto, son muy distintos de como eran antes. Para comprender mejor las características específicas de chaijana, vamos a remontarnos a mucho más atrás utilizando como ejemplo Tashkent Viejo visitaremos chaijana de antaño.
En la segunda mitad del siglo XIX muchos viajeros e investigadores visitaron esta región, aquí a ellos todo les pareció inusual y extraordinario. Las impresiones más vívidas las escribieron en sus diarios de viaje y libros. Así, entre estas descripciones aparece una chaijana. Se podía encontrar una chaijana casi en cualquier calle, en caravasares, en caminos entre ciudades y, por supuesto, en bazares. Como ahora, eran de diferentes «clases»: desde un pequeño cuartito estrecho hasta una casa respetable con muchos salones y con músicos.
El tamaño de casas de té no fue estándar, esto dependió de bienestar del propietario, frecuentación y localización de chaijana, pero el principio siguió siendo el mismo.
En casas de té pequeñas el dueño podía ser tanto el cocinero como el camarero y el hombre de limpieza. Casi siempre al dueño le ayudaban sus hijos, sobrinos y otros miembros de la familia. Cuando chaijana aumentaba de gran tamaño, incrementaba paralelamente el personal: se invitaban a camareros, cocineros, hombres de limpieza, músicos y otros.
Por lo general, construían chaijanas bajo la sombra de árboles, junto al estanque con agua fresca. En verano colocaban catres de madera en la calle, los que no encontraban asientos en catres, estaban sentados en el salón de té. En invierno y en la estación lluviosa todos se trasladaban hacia interior. A la entrada del salón de té al visitante le daba la bienvenida con un montón de zapatos: había que quitarse los zapatos en el umbral y entrar descalzo en el salón. El suelo de chaijana fue de arcilla cubierto con fieltro. Los visitantes se sentaban en el suelo con las piernas cruzadas, los que ocupaban el catre podían ponerse cómodos estando reclinados en colchones y en kurpachas (manta o colchón nacional) junto a un pequeño dastarkhan (mantel para la comida).
El principal atributo de chaijana fue un samovar, el «jefe» de teteritas. El tamaño y la novedad del samovar decían mucho, él era, digamos, una tarjeta de presentación. El samovar, en general, de la ciudad rusa de Tula ocupó un lugar más destacado. Había una estufa con tapa plana, aquí se calentaba un gran número de teteras. Encendieron la estufa y el samovar de carbón, eran calentadores perfectos del salón durante el período invernal. Cerca de la estufa un vaso/cántaro be barro grande estaba enterrado, en él almacenaban el agua corriente de aryk (pequeño canal de irrigación en el Asia Central) (en esa época el agua límpida fluía en aryks, la que se utilizaba para beber). El samovar se llenaba con esa agua y luego las teteras se llenaban con agua hirviendo. Al utilizar el samovar lo rellenaban con agua del cántaro.
En muchas habitaciones de la chaijana bajo el techo colgaban unas jaulas para codornices (bedoná). Para que el canto de pajaritos, el que era muy similar a las palabras «hora de dormir, hora de dormir, hora de dormir», no adormeciera a los visitantes y no molestara a los que platicaban, las jaulas estaban cubiertas con tela. Para crear la comodidad en chaijanas más respetables los músicos tocaban instrumentos (desde el solo y dúo hasta la pequeña orquesta, el cuarteto). Melodía monótona de instrumentos nacionales quitaba vanidad de pensamientos, se quería hacerlo todo despacio, abandonarse al descanso y al mundo de la fiesta del té.
Durante muchos siglos chaijana ha gozado de demanda anual: en invierno aquí se calientan con el té caliente, en verano caluroso escapan del calor con el mismo té. Lamentablemente, hoy en día en majallias (barrio o cuadra) es muy difícil encontrar una auténtica casa de té vieja: han sido sustituidas por cafeterías y restaurantes de última moda, han cambiado la arquitectura y el servicio, hace mucho que samovares han sido reemplazados por teteras eléctricas. Pero el colorido local permaneció: son un catre cubierto con kurpachas junto a un aryk de agua fresca, un té caliente, un canto de codorniz (bedaná) y el ambiente de la hospitalidad oriental tranquila.
Fotos:
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