E. Abalakov “Khan-Tengri” (notas del diario, 1936)


Los participantes de primeras expediciones de Unión Sovietica en la región de los picos Khan-Tengri y Pobeda tropezaron con muchas dificultades las que aún no soňarán a alpinista de hoy en una pesadilla. Para llegar al campamento básico, tenían que organizar una expedición grande. El autotransporte iba sólo hasta la ciudad Karakol. Después había que alquilar o comprar los caballos y moverse de una caravana durante unos días. Por ejemplo, la expedición de 1936, bajo la dirección de E.M. Abalakov, tardó 11 días para pasar de c.Karakol hasta el campamento básico que está a pies de Khan-Tengri:” En Karakol nos encontramos con Letavet. Ellos están aquí ya septimo día. Tienen problemas con caballos. Ellos los compran lo que nos aconsejan hacerlo también”.
Antes no existía el camino hasta el pueblo Inilchek el cual ahora es un camino acostumbrado para los alpinistas. Por eso las expediciones se movían por unos senderos de caza a lo largo del río Sari-Dzhaz y superaban unos puertos desconocidos. Todavía no había unas descripciones y mapas de la región, por eso los alpinistas se hacían los descubridores. E.M. Abalakov: “Torcemos a la derecha en un nuevo desfiladero. El puerto es a la derecha. Sin embargo, la primera quebrada cierra completamente por una valla de las cimas niveos. Primeramente estamos confundidos – ¿a dónde pasar? Todo está rodeado de unas crestas rocosas, o murallas de nieve. La cuesta es bastante escarpado de serpentina. Los caballos se deslizan en la nieve mojada. Una resbaló del sendero, cayó y comenzó a resbalarse abajo. Todo podría terminar tristemente, si no llegaramos a tiempo a ayudar al arriero”.
Teníamos que vencer las barreras de agua y hacer pasar a los caballos cargados a través de unos corrientes tempestuosos.
E.M.Abalakov: “En el primer vado me baňé – gracias a que el sol calienta todavía…”. “En un lugar desconocido Lens fue el primer quien arreó su caballo al agua. El caballo se ocultó debajo de agua a medias pero casi en seguida saltó a la piedra. El viento es frío y violento. Créanme, no es un placer esperar en la orilla esperando un baňo de hielo en un viento glacial”.
Sobre todo es difícil fue pasar a través el puerto Tyuz.
E.M.Abalakov: “La caravana se acercó. Vitaliy recorrió toda la cuesta de nieve. En algunos lugares cortaron el hielo. Especialmente cortaban obstinadamente los recodos. Justamente en ellos sucedían los accidentes. El primer caballo se resbaló a unos 40-50 metros abajo. Después de esto los llevaron más prudente. Unas cinco personas arrastraban a cada caballo. Frecuentemente se paraban: gente y caballos se ahogaban por falta del aire. Comenzó a caer la nieve de una cortina interrumpida, y los caballos seguían deslizarse”.
Ha solido ocurrir que los participantes de la expedición, al salir para investigar el camino perdían la caravana y tenían que pasar la noche al cielo abierto sin equipamiento.
E.M.Abalakov: “Atardece ya. ¿Qué hago? Encontré un cobertizo de piedra profundo, y mis compaňeros tenían que conformarse pasar la noche en frío. Recogemos la hierba, como pudimos tapiamos un lado del viento, y nos acostamos, pegándonos uno al otro. Llevábamos sólo unas cazadores. La mayor parte de la noche tiritábamos”.
Pasando el glaciar Inilchek la expedición tropezó con muchas dificultades. En las morrenas de glaciar los caballos rompían las piernas, y en la parte superior del glaciar encontramos unas grietas grandes y lagos helados, llenados de la nieve.
E.M.Abalakov: “De repente oí un grito:” El caballo cayó en el lago!” Corro. Un lago pequeňo. En medio del lago se ve la cabeza de caballo. Los arrieros se ajetrean alrededor, pero en vano: los bordes son escarpados, y el caballo no puede salir. Tomaron dos riendas de cuerda y con ellas sacaron al caballo”.
En la zona de las grietas tuvimos aun más problemas.
E.M.Abalakov: “Comenzaron las grietas, primeramente eran pequeňas, después más y más anchas, y en resumen el caballo cayó a la grieta. Llegamos a los gritos. Por encima de la grieta sólo está la cabeza. Por supuesto el caballo no puede salir. Se atascaron más fuerte las piernas traseras. Las primeras tentativas sacarlo eran en vano. El caballo se agotó tanto que no tenía las fuerzas ya. Tuvimos que extraerlo, como un barco de los hielos: socavamos, tendemos la cuerda debajo del abdomen y de este modo sacamos el animal agotado y tiritado”.
Después nevó mucho. Los caballos comenzaron a hundirse, y siguiente camino superabamos llevando la carga en nuestros hombros.
E.M.Abalakov: “acercarse al campamente resultó imposible. En cuanto los caballos torcieron hacia él, en seguida se atascaron en la nieve hasta la panza. Tuvimos que cargarnos”.
Los participantes de la expedición encontraron unos esquís de alguien y hicieron el trineo en el que llevaron toda la carga al campamento básico.
Durante primeras expediciones soviéticas de altura los alpinistas todavía no tenían buena experiencia de altura. La estrategia y táctica de tales ascensiones todavía no habían sido elaboradas. Tampoco tenían buen equipo.
E.M.Abalakov: “El plan de la ascensión ha sido cambiado: hacía un satisfactorio tiempo y nos sentíamos bastante bien, por eso decidimos no descender, sino que, en seguida, subir a la cima”. Es la falta más grave de muchos alpinistas. Con poca aclimatación el movimiento se hace más pausado y la gente se queda mucho tiempo en gran altura. Un organismo sin aclimatación expone mucho más a las enfermedades y congelaciones en la altura. Todo esto lleva a consecuencias tristes y a veces a consecuencias trágicas. La expedición de E.M.Abalakov conquistó el pico Khan-Tengri, pero un participante (Lens Saladin) murió de consunción, y los tres de otros participantes recibieron unas congelaciones y traumas graves.
Pero volvamos al principio de la ascensión de 1936. El equipo comenzó el itinerario el 30 de agosto. Primeramente todo estaba bien.
E.M.Abalakov: “Vamos despacio. La altura es 5600 m. Hace un viento racheado. La temperatura es -9º bajo cero. Sin embargo, no tienes frío en plumón y botas de fieltro. Yo iba el primero y pronto salí a una falla grande que estaba cerca de la ensillada. La altura es 5650 m. Decidimos cavar una cueva.”
El 2 de septiembre los alpinistas atravesaron la meseta superior del glaciar Semyonovskiy y subieron a la ataguía. Aquí pusieron una tienda de campaňa y pasaron una noche muy dura.
E.M.Abalakov: “Por la tarde la tienda de campaňa se cubrió de hielo por dentro, lo que condensó los vapores. Estamos acostados, pegandonos muy cerca, taponándonos herméticamente, porque el viento cuela la nieve aun en un agujero pequeňo”. El 3 de septiembre los alpinistas siguieron el ascenso por la cuesta del oeste. Ya se sentía la falta de aclimatación. Subimos a 6600 m.
E.M.Abalakov: “Tenemos que apresurar a Misha, él es muy apático. Por la noche por primera vez frotamos las piernas de Misha”.
El 4 de septiembre los alpinistas helados y cansados salen hacia la cima, quedando sus mochilas en el campamento, lo que era un error más.
E.M.Abalakov: “Decidimos salir. Recogemos las mochilas, pero, de repente, Vitaliy propuso ir sin mochilas y subir a la cima hoy mismo. Todos aceptaron la propuesta, porque para muchos alpinistas las mochilas se hicieron muy pesados, además se parecía que la cumbre de muro está cerca y llegar hasta ella será facil”.
Pero el itinerario resultó mucho más dificil y largo que parecía. E.M.Abalakov:” Salimos sin equipaje quedando la carga básica en el campamento. Sin embargo, ya en el principio de los pasillos nos encontraron unas rocas empinadas y allanadas. Necesitamos mucho tiempo para superarlas. Vitaliy está muy mal, sus botas sin revestimiento se deslizan por las rocas muy nevadas. Propuse volver al campamento. Pero Misha empezó a protestar. Él insitía que le quedaramos a Vitaliy aquí, porque maňana él ya no podría venir aquí”.
Los alpinistas siguieron el ascenso, y al pasar los pasillos y rocas, salieron a una cresta de nieve, donde tuvieron que pasar la noche en una cueva de nieve que era muy pequeňa para cinco personas.
E.M.Abalakov: “Nos acostamos en la cueva, sin embargo todo era algo incoherente: no nos acostamos transversalmente, sino a lo largo, con las piernas a la salida, además no recibí el puesto. Tuve que acostarme a la misma entrada. Sopla del agujero. Lo tapié con trocitos de la nieve, pero nada. Tengo frío, estoy tiritando de frío. La noche se parece insoportamblemente larga. Estoy sentado, agito las piernas y golpeo. En la madrugada me eche en un montón de las personas y dormí un poco”.
El 5 de septiembre los alpinistas se movieron hacia la cima.
E.M.Abalakov: “Vamos muy despacio: cadas 10-15 pasos es un descanso. Salimos a una nieve dura. Tenemos que hacer unos escalones: Vitaliy no tiene los crampones. Se hielan mucho las manos, pero no tenemos otra opción y tenemos que hacerlos para llevar a Vitaliy, porque él ya no puede ir más. De la cresta nevada salimos a un grupo de las rocas y… es ella, la misma cima”.
El descenso resultó aun más dificil y peligroso. Los alpinistas agotado cometían errores, frecuentemente bajaban sin equipo, y sólo por milagro se salvaron de una tragedia.
E.M.Abalakov: “Decidimos descender a lo largo de toda la cuerda de 40 metros uno por uno; yo bajaba el primero, y eso está bien. Después Leonid, Misha, Lens y Vitaliy. Mientras ellos iban, yo decidí bajar sin protección deseando alcanzar el campamento lo más rápido para preparar todo lo necesario para muchachos extenuados: calentar el agua etc. El descenso resultó muy dificil. De arriba no se por qué me tiraron una cuerda. Cuando pregunté si estaba fijada, Vitaliy respondió que sí. Después de repente gritó: “¡Jala!” Jalé, la cuerda tendió y… se me cayó. Desde arriba gritan, que no pueden bajar sin ella. Vitaliy bajó independientemente, y los demás no tenían las fuerzas para bajar ni cuidar uno a otro”.
Eugeniy con el fin de la cuerda entre los dientes comienza el ascenso hacia otros que están arriba.
E.M.Abalakov: “De nuevo, voy hacia arriba con una esperanza secreta, que aun algunos muchachos podrán descender. Sin embargo, mis esperanzas no se realizaron, y para llegar a ellos tuve que escalar mucho. Me até a su cuerda, me fijé, y, riňendo a todos, especialmente a Misha, y fuimos hacia abajo. Pero Misha se atrasa. Hay un riesgo – pasar la noche en las rocas. Y este peligro se hace real, porque se oscurece. Ni pensar en la cueva inferior. ¡Ojalá arrastrarles hasta el campamento básico!”
A oscuras los alpinistas encontraron su campamento con mucha dificultad. A causa de cansancio y agotamiento muchos tenían alucinaciones.
E.M.Abalakov: “Los muchachos gritan que han encontrado el campamento de los de Almá-Atá. Aquí están sus tiendas de campaňa – dice Vasiliy palpandolas. Yo miro, las tiendas de campaňa son nuestras. Aquí es la tienda de campaňa de Lens. - ¿Estáis locos? ¡Son nuestras tiendas de campaňa!- digo yo. – No, no, teníamos las otras… Me dió miedo. Está claro, los muchachos están trastornados después de las adversidades”.
El 6 de septiembre los alpinistas seguieron el descenso a través de ensillada del glaciar Semenovskiy. Durante el descenso L.Gutman se desprendió y sufrió unas lesiones. De nuevo tuvimos que pasar la noche en la cueva del campamento 1 (5600 m). De noche la nieve les cubrió y ellos casi no se ahogaron. Con mucha dificultad E.Abalakov pudo salir afuera.
E.M.Abalakov: “Con una pala de la tienda de campaňa trato de atravesar la nieve. Pero no resulta nada. Longuitud de la pala es pequňa para atravesar el grueso de la nieve. Estamos enterrados… Febrilmente comienzo a cavar con una trulla. Me estoy ahogando, la nieve cae destrás de cuello, mangas, ya tengo náucea. ¿Acaso no soportaré? Entonces se ahogarán todos. Con la pala en la mano estirada escarbo la nieve y de repente… ¡Agujero! ¡Nos hemos salvado!”
El 7 de septiembre los alpinistas todo el día llevaron a L.Gutman que sufrió cayendo de la escarpa. Pero por desgracia, no le pudimos llevar hasta el campamento básico. Arropamos al siniestrado, le quedamos en la cuesta y volvemos a la cueva de 5600 m.
El 8 de septiembre seguimos descender. Por fortuna, el siniestrado se sentió mejor y además pudo ir por sí mismo con ayuda de los compaňeros. En este día alcanzaron el campamento básico. Unos días descansaban y comían en el campamento básico que se hizo como un hospital.
El 12 de septiembre los alpinistas comenzaron el descenso por el glaciar Inilchek Sur. Les recibieron los arrieros con caballos. Después se pusieron a llevar a los alpinistas en caballos hacia el valle. Por el camino, sentando en caballo, murió Lens Saladin del agotamiento. Eso ocurrió el 17 de septiembre de 1936. Le enterraron en la morrena del glaciar Inilchek Sur.
El 21 de septiembre terminó la expedición.
A los siniestrados exportaron en los aviones a Almá-Ata, y E.M.Abalakov con caravana descendió a Karakol.
Así terminó la expedición de 1936 al pico Khan-Tengri. Esas personas fueron unas de las primeras, que investigaban tales alturas. Por desgracia, después muchos alpinistas, en la lucha por las medallas, menospreciaban la estrategia y táctica de ascensiones de altura, por eso había muchos accidentes.
En 1984, el equipo de Ukrania bajo la dirección de Farostyan, comenzó el itinerario sin aclimatación, incorporandose a la lucha por medallas. De eso resultó una tragedia. Todos los participantes murieron de agotamiento en la cumbre de la cima Pobeda. En aquel mismo tiempo el equipo de V.Khrishatiy, que tuvo una buena aclimatación en el Pico Lenin, trabajaba en aquel muro sin algunas dificultades, alcanzando la cima Pobeda, y se hizo el campeon de Unión Soviética en rango de altura.
Hoy en día, muy a menudo se puede encontrar los “alpinistas” que por primera vez vieron los crampones y piolet en el campamento básico. Pero si con los clientes de alguna compaňía va un guía que responde por un paso exitoso de la ascensión, hay muchos grupos de alpinistas que van solos, aunque no tienen buena experiencia de unas ascensiones simples, pero los que decidieron que son capaces de hacer todo. Cada aňo en las regiones de los picos Khan-Tengri y Pobeda suceden unos 2-3 accidentes mortales. Generalmente, todos los accidentes ocurren con estos alpinistas que tienen demasidas ambiciones.
¡Gente! ¡Ahora no es el aňo 1936! Esto es una tontería realizar unas ascensiones con accidente mortal con conocimientos y una experiencia amarga de las ascensiones de los grupos anteriores, teniendo un equipo excelente y medios de comunicación. ¡Escarmienten en cabeza ajena!

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